Cuando las empresas ya sean grandes o pequeñas, comienzan a competir en el mercado, inevitablemente pasan por el dilema y la pregunta ¿De que forma daremos a conocer nuestro producto?.
Al principio suelen enfocar sus esfuerzos en la oferta y se descuidan a si mismas, olvidando que para alcanzar el éxito es fundamental entender que los planes de negocio y los de mercadotecnia son fundamentales y que por nada hay que dejar de lado la tarea de posicionarse en forma efectiva.
¿POR QUE POSICIONAR?
El posicionamiento, ya sea de un producto o servicio tiene que ver con el lugar que ocupa dicho producto y/o servicio en la mente de los clientes, en relación a los de su competencia. Esto ocurre una vez que las personas los definen a través de ciertos atributos, los cuales ayudan a incentivar la decisión de compra.
El objetivo de posicionar es generar una ventaja competitiva, que se entiende como aquella característica de la organización o marca que el público percibe como distinta de la competencia. Esta característica se logra a través de estrategias de diferenciación o al lograr liderar en costos.
En esta parte de la estrategia es cuando hay que tener mucho cuidado al buscar un agente diferenciador ya que “no todas las diferencias sirven para diferenciar” y si esto falla la estrategia completa será un completo fracaso.
Una manera de entender esto es mediante la analogía con un rompecabezas, en donde el público objetivo, el concepto diferenciador, la imagen de la empresa, los canales de comunicación, el mensaje, representan piezas del juego. Si alguno de ellos es deficiente es como querer encajar una pieza en un lugar diferente al que le corresponde. De igual forma, si uno o varios elementos faltan la imagen final se ve incompleta, lo cual afecta la percepción de los públicos con respecto a la organización y por ende su posicionamiento en el mercado.
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